El secuestro emocional: qué es y cómo evitarlo con ejemplos

El secuestro emocional: qué es y cómo evitarlo con ejemplos

el secuestro emocional

Diego Sanz

septiembre 23, 2020

el secuestro emocional

Diego Sanz

Coach y experto en inteligencia emocional, marketing digital y SEO. Fundador de Lo que inspira (loqueinspira.com).

septiembre 23, 2020

¿Alguna vez se ha enfrentado a una situación en donde su capacidad de razonar quedo reducida o completamente perdida?

¿Ha tenido la oportunidad de enfrentarse o ver a una persona que ha llegado al punto de perder todo control y dominio sobre si misma?

Pues entonces lo que ha usted ha presenciado es sin duda un fenómeno al que el Dr. Daniel Goleman llamó “el secuestro de amígdala” basado en los estudios del Dr. Joseph E. LeDoux neurocientífico estadounidense, profesor de neurociencias de la Universidad de New york. Veamos a continuación como ocurre y en que casos podemos hablar de un secuestro emocional.

¿Te interesa? ¡Vamos a verlo con más detalle!

¿Qué es el secuestro emocional?

Cuantas historias hemos escuchado acerca de personas que en un momento de ira intensa han llegado a agredir a otros, incluso hasta causarles la muerte y luego reportan que no saben cómo ocurrió, al parecer la ira los cegó. Pues bien, en ese momento de excitación emocional ocurre un proceso en el cerebro en el que “El sistema límbico” declara una emergencia a todas las partes del cerebro reclutándolas para dar una respuesta, este proceso ocurre en cuestión de segundos bloqueando la corteza prefrontal, ese bloqueo impide una reacción racional frente al evento.

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El secuestro ocurre exactamente en la amígdala, que es una de las estructuras más importantes del sistema límbico y donde se procesa la información emocional, muy vinculada al proceso de aprendizaje y memoria.

La amígdala tiene una función adicional al que los investigadores han llamado “centinela” que como una especie de vigilante de cada situación intenta detectar alguna amenaza y cuando encuentra algún indicador de amenaza se pone en alerta de inmediato, informando a los demás sistemas del cerebro, que a su vez reaccionan emitiendo hormonas. Se tensan entonces los músculos, se agudizan los sentidos y todo el sistema se pone alerta. 

Es importante anotar que el secuestro emocional se da una vez ha fracaso el proceso neocortical, es decir el proceso se activa una vez fracasan los recursos para responder racionalmente ante el fuerte evento emocional. En el lóbulo prefrontal derecho se albergan las emociones de ira y miedo, la función del lóbulo prefrontal izquierdo es la de equilibrar las emociones, sin embargo, una vez se dispara el “asalto emocional” el lóbulo prefrontal izquierdo se apaga, dejando que el derecho tomé el control de la situación.

¿Es posible evitar el asalto emocional?

Antes de cerrar la clase haremos una pequeña reflexión, en principio concluir que no solamente el asalto ocurre con reacciones negativas, también ocurre en esos momentos de euforia en el que no podemos contener una emoción producto de alguna noticia positiva, incluso puede decirse que en un ataque de risa incontrolable puede estar ocurriendo un asalto emocional.

Ahora bien, la reflexión es ¿Somos víctimas de este fenómeno de la amígdala sin que podamos hacer nada para impedirlo? Seguramente habrá situaciones en el que definitivamente no podamos tomar el control, sin embargo, tal como lo han afirmado todos los teóricos de la inteligencia emocional, sí es posible ponerles inteligencia a nuestras emociones, y es posible hacerlo a través del entrenamiento.

Retomando las conclusiones de Salovey, Mayer y Goleman podemos decir que, al volvernos más conscientes de la emoción, que estamos sintiendo justo en el momento en el que, está ocurriendo, podemos activar una especie de semáforo. Una vez detectada la señal de que estamos a punto de un colapso emocional, cuando aún nos quedan vestigios de nuestra capacidad de pensar y razonar, es justo ahí donde debemos ¡detenernos! Este entrenamiento implica un importante desarrollo de otras habilidades como el autoconocimiento, por ejemplo y el desarrollo de técnicas de regulación de emociones.

Hemos llegado casi sin darnos cuenta al final de esta clase tan interesante, esperamos le haya dado una luz en la comprensión de por qué es tan difícil en ocasiones controlar nuestras emociones, pero especialmente que haya encontrado esperanza y expectativas positivas acerca de la posibilidad real de llegar al dominio y control de las mismas.

La amigdala

La amigdala es un término griego que significa «almendra» porque es muy pequeña. Está situada en nuestro sistema límbico, el sistema de las emociones.

Su función es regular las emociones y los sentimientos, tanto los de amenaza y los de miedo como los de satisfacción.

Cuando por ejemplo entramos en una discusión acalorada y sentimos que nuestra cabeza empieza a calentarse al igual que nuestro cuerpo, estamos siendo secuestrados por la amígdala.

Se activa ante una amenaza, ante miedo, ante una situación de peligro.

La amígdala activa la adrenalina y el cortisol.

La amígdala apaga otras estructuras cerebrales como la de la parte lógica del cortex cerebral para que no funcione la razón.

Es la más evolucionada de nuestro sistema nervioso porque nuestros primitivos tenían que salir a caza por cuestión de supervivencia y la amígdala ante una amenaza les ayudaba para estar alerta ante cualquier presa.

Hoy en día, esto no es necesario pero siempre salta en este tipo de ocasiones en las que nos ve alterado.

¿Cómo evitar ser secuestrados por la amígdala?

Te dejo tres consejos para evitar ser secuestrados por la amígdala:

  • Encender el interruptor de tu cortex para que empiece a funcionar el razonamiento en este tipo de situaciones. Por ejemplo, puedes contar hasta 10 antes de responder en una discusión.
  • Cuando tienes miedo se enciende el sistema simpático, pero lo que queremos es que se active el parasimpático. Por ello, intenta engañar al cerebro haciendo respiraciones (inspiración y expiración) para que el cerebro piense que estamos relajados.
  • Busca actividades que estén relacionadas con la lógica. Por ejemplo, cuenta los libros que hay en tu estantería en ese momento o las sillas.

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